Maldito Spotify

by - viernes, mayo 17, 2019

La música forma parte de nuestra vida. Suena en nuestra casa, en una fiesta, en el auto, podemos llevarla con nuestros auriculares a cualquier lugar. En síntesis, puede estar en cualquier lugar, pero siempre tiene algo en común: la música la hacen los y las musico/as. 

Seguramente gran parte de la música que consumimos habitualmente es obra de artistas reconocidos a nivel local, regional, o mundial. También es probable que cualquiera de nosotros piense que nuestros artistas favoritos vive bien, que si los conocemos y los escuchamos a través de cualquiera de nuestros dispositivos es porque la pegaron y están llenos guita, o al menos viven tranquilos.  

Pero... ¿alguna vez nos pusimos a pensar cuál es la relación laboral que ellos  y ellas establecen con sus empleadores? 


  
Vamos a omitir la situación de los músicos antes de la vida moderna porque, la verdad, fue hace miles de años y medio que ya fue. Mejor Enfoquémonos en el siglo pasado, para contextualizar un poco mejor la cuestión.  

Pensemos un poco en lo que nos antecede: vinilos, cassettes, discos, hasta llegar a la bendita digitalización de los archivos. En todos esos soportes diferentes circulaba la música que escuchaban las generaciones anteriores, pero esto era desde el punto de vista del consumidor, ponele. Acá lo importante es que pasaba con los músicos, y allá vamos.  

En la segunda mitad del siglo anterior, mas o menos, aparecen las famosas compañías discográficas. ¿Quienes eran? bueno, empresas que contrataban a los músicos para comercializar su música, para manejar el negocio. O sea, eran las jefas de los músicos. Esto significa que eran las dueñas del pabellón, básicamente.    

Entonces las empresas contrataban a los músicos y arreglaban el porcentaje de plata que entraba para cada parte por la venta de (ahora si: vinilos, cds, cassettes, etc). Básicamente, el músico después de aprender un instrumento toda su vida, practicar, ensayar con su banda, y después de tooodo eso, sacar un disco, recibía parte de la plata que generaban las ventas de las canciones que producían, y la otra se la quedaba la compañía por... vender esas canciones. Que lindo el capitalismo, ¿No? 

Eso sí: los músicos que se consagraron, los que tuvieron canciones que se hicieron conocidas, tampoco la pasaban tan mal. En muchos casos se hacían millonarios. Pensemos en alguna estrella mundial.
   
Pero como para todo hay un pero, tenemos algunas anécdotas de personas que las cagaron, como por ejemplo, a nuestros queridos amigos de Los Beatles que firmaron el peor contrato de la historia. En 1963, cuando sacaron su primer disco "Please Please Me", firmaron un contrato con la discográfica DJM, el cual establecía que los Beatles (en diferentes partes) se quedaban con el 55% y firma DJM con el 45% restante.    

Imagínense... el 45% de una banda que alcanzó la fama mundial y se cansó de batir records de ventas.  Igualmente, después DJM vendería los derechos de las canciones a otra empresa discográfica, ATV Music, la cual se quedaría con el enorme negocio. Y Los Beatles siguieron perdiendo... aunque hasta ahí, porque eran millonarios igual.  

Bueno, basta de anécdotas. Eso era antes, ¿y ahora?   

En la actualidad las formas que tenemos de escuchar música se llaman Spotify, Youtube, Itunes y otras que en Argentina no las conoce nadie, pero que existen en otros países y hasta dicen que se usan.   

Pero estas empresas, aparte de ser las dueñas de las aplicaciones o los soportes donde circulan la música, se convirtieron en los nuevos empleadores de nuestros artistas.  
  
¿Qué tan generosas son? 
Según un informe elaborado por el medio homónimo Digital Music News, los musicos, una vez que suben sus canciones a estos canales, deben conseguir millones de reproducciones (literal) para tener una ganancia medianamente razonable.  

El cuadro indica la cantidad de centavos de dolar que le corresponde a un músico o a su banda por cada reproducción que tienen sus canciones en cada uno de los sitios. Veamos algunos casos:  

Apple paga por cada reproducción de la canción 0.00735 centavos de dolar, lo que significa que son 0.3381 pesos argentinos (dolar a 46, recemos para que no suba) por cada reproducción. Si estimamos, por ejemplo, un salario de $30000 (nada del otro mundo) pesos para un músico, este debería obtener 88.731 reproducciones para llegar a ese monto. Pero si en vez de un músico hablamos de una banda de cuatro integrantes, por tirar un número, necesitarían 354924 reproducciones para que cada uno llegue a los $30000 pesos.  

Spotify, por su parte, paga 0.00437 usd por cada reproducción, que serían 0.2010 pesos. Haciendo la misma suposición anterior, si quisiéramos que nuestro músico llegué a los $30000 pesos, debería conseguir 149253 plays en su canciones; o 597014 en total si tomamos el ejemplo de la banda de cuatro integrantes.  
Y llegamos a Youtube. Esta empresa le paga a los músicos 0.00069 dolares cada reproducción, es decir, 0.0317 pesos argentinos. Entonces nuestro músico necesitaría alcanzar las 946.372 reproducciones en caso de ser solista, o los 3.785.488 plays en caso de ser una banda.  

Si vemos porque no hay tantas bandas o músicos que tengan canales oficiales en Youtube en comparación con otras plataformas, creo que ahora entendemos por qué. Por otra parte, en Argentina se está utilizando mucho Spotify, que a nivel usuario es una aplicación muy copada, muy cómoda. ¿Pero les conviene a nuestros ídolos?  

Quien escribe diría un rotundo NO, porque queda en evidencia que la cantidad de reproducciones que hay que conseguir es muy grande y, aparte, hay que  mantenerlas a lo largo de los meses. O sea que si sos músico y la querés pegar por acá, estás medio jodido.   

Pero por otro lado, vemos como las bandas importantes también se las tienen que rebuscar para conseguir una parte de la repartija. Es cierto que si estas en el 2019 y te llamas Louta llegas re fácil a las millones de reproducciones pero, ¿Cuánto tiempo podes mantenerlo? ¿Haces la diferencia en ese lapso en el que tus canciones son un éxito? Habrá que ver el caso por caso.   

Lo cierto es que seguramente sigamos escuchando música por Spotify, Youtube o Itunes (Bah, ¿alguien lo usa?), y también que muchos músicos por más que estas mega empresas les roben bastante el fruto de su trabajo van a seguir viviendo mejor que la media; pero la verdad yo siento bastante tufillo a robo por acá.   

No sé, ¿Habrá que dejar de escuchar música por estos canales? ¿Es muy distinto a lo que pasaba antes? ¿Habrá que buscar nuevas formas de comercializar la música? Si quieren, lo discutimos en la Devota con un trago en mano. 
¡Lxs Leo!


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